jueves, 28 de septiembre de 2017

ODIO LA NORMALIDAD


Han pasado 10 días de aquel terrible (por segunda ocasión) 19 de septiembre.
He esperado mucho para escribir estas líneas porque tenía el estomago revuelto. Porque mis manos no dejaban de temblar y porque cada que me sentaba frente a la computadora regresaban a mi mente decenas de imágenes que hubiera deseado nunca ver y no volverlas ver. Nunca. 
Tardé porque me sentía culpable por gastar mi tiempo escribiendo, y no ayudando en las calles como millones de personas. Me he tardado porque no tenía el valor. Porque siempre le he temido al dolor… y en esta ocasión, escribir duele.  Recordar duele.

Tras estos 10 días (o los que hayan pasado en los que usted lea este texto) veo que la vida vuelve a la normalidad, poco a poco, de paso, por gotas, pero vuelve a la normalidad. Y no quiero.
Porque con la tragedia del 19S hemos sacado la mejor versión de nosotros. Solidarios, amigos, sensibles, empáticos. Mexicanos.
Nos hemos quitado el taco de la boca para dárselo a quien no tiene. Nos hemos aguantado la sed para compartirle un chorro al sediento. Nos hemos privado de gustos y gastos por ir a comprar cosas a quien lo necesita y NO CONOCEMOS, pero que queremos.


Millones de personas han salido y se han apoderado de las calles. Ante un gobierno indolente y de cortos alcances, la sociedad civil puso los recursos, las manos y los huevos, y ayudó. Algunos cargando, otros limpiando, muchos organizando el tráfico, preparando comida, cuidando hijos de otras personas, empacando, donando, transportando, llevando gente a sus destinos, abrazando. 
Médic@s, psicólog@s, albañiles, estudiantes, empresarios, cociner@s, artistas, profesor@s, ricos, pobres,  madres, hijos, hermanos... Mexicanos.

Tras el 19 de septiembre los mexicanos han rescatado de los escombros a centenares de personas y vidas, pero también han rescatado a nuestro México. Lo levantan y lo reconstruyen. Lo erigen con orgullo, con cariño y con compasión. Gente en la calle dándole la mano a desconocidos, sonriéndole a personas sin rostro, cediendo el asiento, invitando un café, platicando, consolando, riendo, cantando. Riendo, siempre riendo, a pesar de las lágrimas y angustias, riendo como solo México lo hace.

La gente compartió las calles, sus autos, sus casas. Confió. Y no quiero que eso termine, porque regresamos a la normalidad, y hoy, después del 19S, a la distancia veo la normalidad y NO ME GUSTA. No me gusta desconfiar, no me gusta despreciar, ofender, etiquetar, juzgar. No me gusta esperar siempre lo peor de los demás, eso no es México, ya lo demostramos, ya lo vivimos. Somos más que eso, no somos esa “normalidad”, somos más!

Después del 19 de septiembre podemos ser héroes (como dijo Bowie), podemos ser mejores. Podemos ser potencia y poner orden en nuestro país. Organizarnos y exigir.
No quiero volver a la normalidad de Los Pinos, de los abusos, de los bonos, de los feminicidios, de la corrupción impune y dolorosa.
No quiero volver a la normalidad de la indiferencia, del egoísmo, de la competencia y la envidia. Ya lo superamos, el 19 de septiembre nos llevó a ese nivel, nos mejoró. La tragedia fue nuestra maestra, ya aprendimos, o ¿nos falta algo?

Volver a la normalidad sería ofender a nuestros muertos. Deshonrar su memoria, burlarnos de nuestra tragedia, faltarle el respeto a la tierra, a nuestras familias y a nosotros mismos. No quiero volver a la normalidad. Hoy, a días del 19S puedo decir que odio la normalidad, y amo a México, a su gente, sus brazos, su corazón.

Gracias a todos por ser y estar. Por ayudar, por no bajar la cara ante la desgracia.
Gracias por luchar y compartir y no dejar de reír.
México querido, cuentas conmigo, y con millones de mexicanos –y extranjeros que vinieron ó viven aquí- y te prometo que te vamos a levantar. En todos los sentidos, te vamos a levantar. A elevar.

#FuerzaMéxico